Esta historia llegó a mí para ser
embellecida y contada, la verdad es que no tuve mucho trabajo por hacer. Tal parece
que el amor mismo la embelleció para ser contada, y este será mi regalo del
Amor y la Amistad para ustedes.
… y entonces, después de 3
nerviosas horas, ella baja del autobús. Él es el mismo que ella recuerda, el de
los lindos momentos y las muchas sonrisas. Él la ve, no oculta la alegría que
le causa verla, olvida el final y los meses sin hablar.
¿Cómo abrazar a la persona que un
día no podías soltar?, lo que hubo o lo que hay es mucho más fuerte y si
ustedes hubieran visto ese abrazo, lo hubieran podido comprobar. Hay una
sonrisa en ambos rostros, una complicidad y una promesa. Las palabras fluyen,
pareciera que no ha pasado 1 año tras ese adiós inapropiado. Ella, como tiene
por costumbre antes de su cumpleaños, cerraba los ciclos que no le permitieran
avanzar. Debería ser extraño sentirte así a lado de una persona que tienes 1
año sin ver. Sentirte como si lo hubieras visto ayer, como si nada triste
hubiera pasado.
Los dos caminan, uno cerca del
otro. Salen de la estación, la vista es delirante. El centro histórico los
recibe con mil historias a su alrededor, el clima nublado y muchas
posibilidades por hacer. Ella ya conocía ese cuadro de la ciudad, pero no a
esta hora del día, no con él. En sus románticas idealizaciones, ella deseaba
conocer un restaurante mencionado en varias novelas de su biblioteca ¿El
lugar?, el Sanborns de los Azulejos. No sabía con exactitud su ubicación, pero
sabía que estaban cerca. Ella, decidió no mencionarlo, dejando que Él eligiera
el lugar.
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Casa de los Azulejos |
Eran cerca de las once de la mañana
y ninguno de los dos había almorzado aún. Él sabía que encontraría un buen
lugar y la guió hasta esa calle mágica, donde puedes caminar por largo rato y
sentir que no avanzas. Esa calle que se disfruta mirando arriba, caminando de
frente, admirando sus costados, regresando la mirada hacia atrás.
Ella, ya no tenía hambre, la
vista y por supuesto la comodidad de la compañía, la tenían cautiva. Él buscaba
ese “mejor lugar” a donde llevarla, hasta que hizo la pregunta, que una vez más,
comprobó que no hay explicación para ellos dos.
- ¿Has desayunado en el Sanborns de los Azulejos?
Ella sonrió y supo que aquello
era mejor que el sueño. Respondió la verdad, que no, pero que tenía muchas
ganas de hacerlo. Llegaron a Av. Francisco I. Madero 4, admiraron el lugar,
ella más que él.
Como siempre, había una lista de
espera, que estaban dispuestos a pagar. Ella le contó cómo había imaginado
aquella escena, mejor dicho como era la escena descrita en una de las novelas
que había leído. Él la escuchó y sabía de lo que ella hablaba, tanto así que al
entrar le dijo que esta era su película, la tomó de las manos y tarareó un
bolero.
La cercanía y la conexión era
algo imposible de negar. Media hora después de admirar los murales, de imaginar
una vida dentro de la Casa de los Azulejos, les asignaron una mesa. Él pensó
sentarse frente a ella, ella le pidió se sentara junto a ella. Sin saber que
admirar, si el lugar o a él, comenzaron a jugar como ya era su costumbre.
Inventaban una historia, ella era la protagonista y él el narrador. Ambos lo disfrutaban,
hasta que ella decidió hablar acerca de su final.
Los dos se miraron realmente a
los ojos después de 1 año, después de terminar poniendo a la distancia como
pretexto. Ahora estaban ahí sentados uno junto al otro, preguntándose qué era
lo que estaba pasando.
Él no pudo evitar el contacto
físico con ella, tocaba su pierna naturalmente y ella lo permitía. Él tocó su
mano, ella tomó la suya. Y ahí estaban los dos, en el final que era el
principio. Los dos habían cruzado la línea, los dos se sentían seguros e
ignoraban el pasado y el futuro, sólo valía ese momento, el presente.
Listos para la siguiente parada,
a la espera del metro, en medio de un mar de gente, de historias ajenas a su
vida, ajenos al momento, de su momento. Al estar de pie y de frente, sus brazos
como dos piezas de un rompecabezas, tenían que ir juntas, embonando
perfectamente, se abrazaron. Ella se sintió feliz o mejor dicho, casi feliz. Su
cabeza la traicionó, la claridad vino a su mente…este momento no era una
esperanza, ni otra oportunidad, esto era un momento y nada más. Lo abrazó
entonces con más fuerza, suspiró para grabar el aroma de su piel. Él la tocó
delicadamente. Ella estaba segura, él la cuidaba.
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Imagen de Pinterest |
Caminar en ese bosque a su lado
ya lo había imaginado antes, unos meses antes, cuando ella caminó sola por el
mismo sendero. En ese momento comprendió que andar sola es maravilloso, pero
que andar tomada de su mano le había robado el aliento. Fue el primer momento
en que ella deseó que esto no fuera una despedida.
Caminaron de la mano,
platicaban, se seguían conociendo y seguían conociendo el lugar. Él sabía que
la quería besar, hizo algunos intentos besando su mejilla y sin poder evitarlo
una vez más, sus bocas se encontraron. Un lugar conocido, cálido y dulce, pero
la sensación fue extraña. La extrañeza venía de la consciencia, de la realidad,
de los sentimientos y de la felicidad. Besos que detuvieron el tiempo, nada más
importó, nada era necesario, sólo Él, solo Ella.
Al contemplarla ahí, sola para
Él, se dio cuenta que le gustaba como el primer día. Nunca se sintieron incómodos,
juntos tienen la capacidad de reírse de ellos, de sus acciones, de compararse
con otras parejas y no pueden dejar de reír. Él, moría por saber qué era lo que
estaba pasando, a ella le gustaría tomar su mano y jamás soltarla, sin embargo
lo mira de frente y solamente le dice:
- c'est la vie
Mientras más tiempo pasa su lado,
él se convierte en la ficha de su rompecabezas. Ella, ha disfrutado tanto los
lugares visitados, en parte por la belleza misma y en parte por él. Ella
prefiere apreciar de los museos sola, pero con él es diferente. Él piensa,
disfruta y conoce de historia. Ríen tanto que no se
han dado cuenta de la hora,
así que dan un último vistazo al castillo, saben que el momento está por
terminar.
La tarde estaba a punto de dejar
de ser cálida, parecía que llovería. Aún en el patio del castillo, él la abrazó
muy fuerte y al oído le pidió que no se fuera. Ésas eran las palabras que ella
no quería escuchar, que más miedo le daban. Ella lo abrazó fuerte, muy fuerte y
suspiró. Antes de abandonar el lugar se vieron en un espejo y él exclamó una
vez más:
- Que bien nos vemos juntos
Tomados de las manos, llegaron
otra vez al bosque. Hubo un silencio incómodo, era el silencio del adiós. De frente a la laguna y con una vista
increíble, el clima se compadeció de estos tontos y decidió no llover, en
cambio les regaló uno rayos de sol reflejantes en el lago. La gente disfrutaba de
una rica tarde de sábado, los niños comían algodones de azúcar, la gente
compraba comida, paseaban en lancha, disfrutaban el show de marionetas y payasos,
algunos otros simplemente disfrutaban la tarde y la vista, así como ellos dos.
Jugaban con miradas, sonreían, se
platicaban sus sueños. Ella decidió contarle un secreto, le contó que en los
últimos meses había salido con un par de personas, pero que al final de la
cita, ella regresaba a casa con un pensamiento en la cabeza: “No es Él". Para corresponder al halago, él le dijo que lo que pasaba
entre los dos era algo verdaderamente especial y que la fortuna de coincidir no
se podía ignorar...
Casi las 06:00 de la tarde y
seguían negando su realidad. Se alejaron del castillo, cada paso fue amargo,
cada abrazo era un Te necesito y cada
beso un Ya te extraño.
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Imagen de Pinterest |
Una vez más estaban ante la difícil
despedida en la terminal, ésta vez mucho más triste, no eran nada, no había
promesas, era una despedida. Él quería escuchar una promesa, ella decía en voz
alta que lo que les había pasado era un buen momento, insistía en disfrutar lo
último del momento, él decidió no insistir y se recostó en su hombro.
Una vez más estaban ahí en una
terminal, despidiéndose. Abrazando con la intención de no dejar ir, besando
tratando de memorizar sus labios. Fueron siete horas lo que tuvieron, lo tuvieron
todo, conservando nada. Antes de subir al camión, ella le da una nota y el último
abrazo que le habrá dado hasta el día de hoy.
Él, abre la nota, al momento que
el autobús inicia su ruta. La nota es breve, ella tenía un propósito
determinante con su visita y ese era embellecer el final de su historia.
"Gracias por darme en siete horas
la posibilidad de escribirte en mis memorias y poder recordarte para siempre, como lo que fuiste para mí el día de hoy. GRACIAS"