domingo, 16 de septiembre de 2018

YO ME ARREGLO PARA LO HOMBRES

A veces nos arreglamos para sentirnos bonitas, otras veces para ser la mejor vestidas entre nuestro grupo de amigas, pero la mayoría de las veces, nos arreglamos para los hombres.




Ilustración de Helena Pérez, tomada de Pinterest
Cuando me quiero poner un vestido
Pienso en ellos, en el largo del vestido
Que no sea más corto que la altura de mis rodillas,
para no provocarlos




Cuando me quiero poner un vestido,
Pienso en ellos y elijo el menos entallado
Que no se noten mis formas de mujer,
Y los provoque


Cuando me quiero poner un vestido,
Pienso en ellos
Y uso medias




Cuando pienso en usar un escote,
Pienso en ellos
Y escojo el que llame menos su atención


Cuando quiero usar una minifalda,
Pienso en ellos y me pregunto,
Qué tan corta la pueden soportar
Sin sentirse provocados


Cuando quiero usar un labial rojo
Pienso en ellos y entonces elijo
Otro color, menos sensual


Cuando quiero usar zapatillas,
Pienso en ellos, porque sé que algunas zapatillas
Resaltan mis piernas
Y mi cuerpo en general


Cuando quiero usar mi perfume favorito,
Pienso en ellos, consciente de que algunas notas
Y la mezcla con mi piel,
Podrían alterar sus hormonas


Cuando me quiero abrigar con una chamarra,
Pienso en ellos y escojo la más holgada
Y así, con una talla más grande,
Evitar cualquier provocación


Como ven, a pesar de todo
Escogí mal, me equivoqué


Ilustración de Pinterest
Con escotes discretos
Igual deciden usar su imaginación

Con faldas largas,
Les entra curiosidad y se preguntan
Qué hay más allá de las rodillas


Escogí mal, me equivoqué
Igual me voltean a ver por las calles

Escogí mal, me equivoqué
Igual me dan una nalgada mientras camino


Escogí mal, me equivoqué
Igual se detienen y me lanzan un Hola 
desconocido


Escogí mal, me equivoqué
Igual tocan el claxon mientras camino por la acera


Escogí mal, me equivoqué
Igual me silban desde sus autos

Escogí mal, me equivoqué

Igual se frotan si me ven


Escogí mal, me equivoqué
Igual tienen el derecho, porque que
Escogí mal, me equivoqué


Se detienen, me suben a un auto
Escogí mal, me equivoqué


Me violan, me matan
Perdón…
Escogí mal, me equivoqué






viernes, 20 de julio de 2018

Viaje en solitario


Reservar para 1 persona, comprar ticket solo de ida, rechazar ofertas dos por uno, esperar horas en una estación o en un aeropuerto sin alguien a tu lado ¿Has viajado solo? 

Estoy en Europa, no es mi primer viaje en solitario, pero si es el primero tan lejos de casa. La verdad nunca pensé hacer este viaje sola, pero las circunstancias me llevaron a preguntarme

¿Y por qué no?


Y al referirme a viajar solo, no quiero decir que durante tu viaje estarás aislada, sin convivencias o que no pasarás tiempo con amigos, familia u otros conocidos, me refiero a la experiencia de toda una trayectoria en solitario. Tal vez algunas estaciones o aeropuertos tengas las fortuna de compartirlos, pero al final en algún punto del viaje, lo harás solo, porque tu itinerario te pertenece solo a ti.

Escribo esto porque sé que es difícil tomar la decisión, sé que es difícil que acepten nuestra decisión, sé que es difícil llevar a cabo la decisión y espero ayudarte a tomar la decisión, o que comprendas y respetes la decisión de alguien más.



¿Has visto la película de Taken? ¿De verdad irás sola a París? Fue uno de los comentarios más frecuentes acerca de mi estadía en París. Días antes del vuelo, era la persona más segura, pero lo confieso, el miedo me empezó a inundar. 

Llegué con miedo a París, a la bella ciudad de las luces y no entendía el porqué. Era mi primer viaje en metro y se podía ver el miedo en mis ojos, viajé aferrada a mis maletas, miraba a la gente de reojo intentando pasar de ser percibida. Afortunadamente, tuve una gran amiga que hizo amena mi llegada, pero después de una tarde muy parisina, alejada del suburbio, tranquila y disfrutando de las bellas tardes de domingo, llegó el momento de estar sola, por las bulliciosas calles de París.

Tomar sola el metro no fue tan malo como pensaba, tenía terror del metro, sabía que en cualquier momento me podrían robar, pero eso pasa en todos lados. Todos los días sobrevivo a los peligros de mi hermoso país, que algo me pasara fuera de él no sería algo contextual, simplemente me tenía que pasar en México, París, Colombia, Alemania, Perú o Polonia.

Mi recomendación es que no viajes con miedo, pero por supuesto ¡Viaja alerta! 

Para no hacer el cuento largo, París fue genial, el metro estuvo bien, revisé la ruta perfectamente, la memoricé para estar confiada de las calles donde andaría, guardé mis pertenencias en un lugar seguro. En los hostales nunca dejes tus pertenencias de más valor y seas hombre o mujer, lleva siempre contigo una pequeña bolsa donde guardes pasaporte, alguna tarjeta de crédito y efectivo.

Y al final, ¿Qué me ayudó a disfrutar tanto París?, además de la belleza de la ciudad, me ayudó la gran cantidad de mujeres de diferentes nacionalidades que me encontré viajando solas.  Verlas caminando solas, tomándose selfies, haciendo check in en un hostal, comiendo solas, me hicieron sentir que este viaje no era tan en solitario. ¿Es triste el miedo que sentimos las mujeres? ¡Sí!, ¿nos seguiremos paralizando por ese miedo? No lo creo.

¿Qué hay de compartir un viaje?, siempre es bueno tener a una persona a lado para compartir las increíbles vistas, para comentar una obra de arte, para toma una fotografía, para disfrutar una comida y un atardecer, pero la verdad es que, hacer esto en solitario también se disfruta, diferente pero se disfruta. Reflexionar, planear, encontrarse con uno mismo, disfrutar para uno y la realidad es que no estarás solo del todo, conocerás a mucha gente, que como tú, aborda solo un autobús, el tren o entra solo a un restaurante y en cualquier momento se mirarán, sonreirán y sin cruzar palabra, se sabrán cómplices.   

El viaje continúa y tengo historias impresionantes de mujeres viajando solas, de las diferentes rutas de cada una, de las razones y los obstáculos en cada una de ellas.  Mi único deseo es que todas esas mujeres regresen con bien a casa y con bien a casa me refiero a que regresen VIVAS.

Creo en Dios, y todos los días le pido protección y camino confiada, pero nadie está exento de los peligros de la vida. A todas las personas, viajeras o no, nos pueden asaltar, discriminar, acosar y un sinfín de cosas más, pero mi verdadero deseo es que todos los viajeros que he conocido y los que no también, regresen a casa. Si hubo dificultades, que regresen para contarlo, si tuvieron ganas de regresar antes de lo planeado,  que lo puedan platicar, si extrañaron, que regresen y puedan abrazar muy fuerte. 

Al final no pretendo minimizar el miedo que nuestra gente tiene ante un viaje en solitario, sólo pensemos que los peligros, desgraciadamente están en todos lados y ninguno de nuestros sueños se debería de paralizar ante esta realidad.
Así que, si aún no te animas a viajar en solitario, si tienes miedo de hacerlo, si no quieres dejar que ese ser querido emprenda un viaje en solitario, te pido que lo pienses dos veces. No detengas un alma viajera y a ti viajero, toma el control de lo que te corresponde, planea, investiga, investiga, investiga, busca tours gratis o pagados, adquiere los recursos necesarios como mapas, reservaciones, referencias y siempre comparte tu ruta: siempre con gente de confianza y nunca con extraños, busca wifi y comparte tu ubicación con tu gente cada vez que te sea posible, evita estar fuera muy noche o tomar con extraños y recuerda, la intuición pocas veces falla, hazle caso.

¿Habrá días en los que te arrepientas de tu decisión? ¡Te lo garantizo! pero también te garantizo que la persona que inició el viaje será diferente a la que regresará. Cuando reconozcas ese valor que se necesita para continuar a pesar de las pequeñas o grandes dificultades, entenderás que ya va de regreso alguien diferente, alguien a quien no hubieras conocido en la comodidad de tu hogar. 

Sin más que decir, no te lo pienses más, no esperes más, busca tu destino, haz maletas y ¡Bon Voyage!





domingo, 11 de febrero de 2018

Happy ending


Esta historia llegó a mí para ser embellecida y contada, la verdad es que no tuve mucho trabajo por hacer. Tal parece que el amor mismo la embelleció para ser contada, y este será mi regalo del Amor y la Amistad para ustedes.



… y entonces, después de 3 nerviosas horas, ella baja del autobús. Él es el mismo que ella recuerda, el de los lindos momentos y las muchas sonrisas. Él la ve, no oculta la alegría que le causa verla, olvida el final y los meses sin hablar.

¿Cómo abrazar a la persona que un día no podías soltar?, lo que hubo o lo que hay es mucho más fuerte y si ustedes hubieran visto ese abrazo, lo hubieran podido comprobar. Hay una sonrisa en ambos rostros, una complicidad y una promesa. Las palabras fluyen, pareciera que no ha pasado 1 año tras ese adiós inapropiado. Ella, como tiene por costumbre antes de su cumpleaños, cerraba los ciclos que no le permitieran avanzar. Debería ser extraño sentirte así a lado de una persona que tienes 1 año sin ver. Sentirte como si lo hubieras visto ayer, como si nada triste hubiera pasado. 

Los dos caminan, uno cerca del otro. Salen de la estación, la vista es delirante. El centro histórico los recibe con mil historias a su alrededor, el clima nublado y muchas posibilidades por hacer. Ella ya conocía ese cuadro de la ciudad, pero no a esta hora del día, no con él. En sus románticas idealizaciones, ella deseaba conocer un restaurante mencionado en varias novelas de su biblioteca ¿El lugar?, el Sanborns de los Azulejos. No sabía con exactitud su ubicación, pero sabía que estaban cerca. Ella, decidió no mencionarlo, dejando que Él eligiera el lugar.

Casa de los Azulejos
Eran cerca de las once de la mañana y ninguno de los dos había almorzado aún. Él sabía que encontraría un buen lugar y la guió hasta esa calle mágica, donde puedes caminar por largo rato y sentir que no avanzas. Esa calle que se disfruta mirando arriba, caminando de frente, admirando sus costados, regresando la mirada hacia atrás.
Ella, ya no tenía hambre, la vista y por supuesto la comodidad de la compañía, la tenían cautiva. Él buscaba ese “mejor lugar” a donde llevarla, hasta que hizo la pregunta, que una vez más, comprobó que no hay explicación para ellos dos.

 - ¿Has desayunado en el Sanborns de los Azulejos?

Ella sonrió y supo que aquello era mejor que el sueño. Respondió la verdad, que no, pero que tenía muchas ganas de hacerlo. Llegaron a Av. Francisco I. Madero 4, admiraron el lugar, ella más que él.

Como siempre, había una lista de espera, que estaban dispuestos a pagar. Ella le contó cómo había imaginado aquella escena, mejor dicho como era la escena descrita en una de las novelas que había leído. Él la escuchó y sabía de lo que ella hablaba, tanto así que al entrar le dijo que esta era su película, la tomó de las manos y tarareó un bolero.

La cercanía y la conexión era algo imposible de negar. Media hora después de admirar los murales, de imaginar una vida dentro de la Casa de los Azulejos, les asignaron una mesa. Él pensó sentarse frente a ella, ella le pidió se sentara junto a ella. Sin saber que admirar, si el lugar o a él, comenzaron a jugar como ya era su costumbre. Inventaban una historia, ella era la protagonista y él el narrador. Ambos lo disfrutaban, hasta que ella decidió hablar acerca de su final.

Los dos se miraron realmente a los ojos después de 1 año, después de terminar poniendo a la distancia como pretexto. Ahora estaban ahí sentados uno junto al otro, preguntándose qué era lo que estaba pasando.

Él no pudo evitar el contacto físico con ella, tocaba su pierna naturalmente y ella lo permitía. Él tocó su mano, ella tomó la suya. Y ahí estaban los dos, en el final que era el principio. Los dos habían cruzado la línea, los dos se sentían seguros e ignoraban el pasado y el futuro, sólo valía ese momento, el presente.

Listos para la siguiente parada, a la espera del metro, en medio de un mar de gente, de historias ajenas a su vida, ajenos al momento, de su momento. Al estar de pie y de frente, sus brazos como dos piezas de un rompecabezas, tenían que ir juntas, embonando perfectamente, se abrazaron. Ella se sintió feliz o mejor dicho, casi feliz. Su cabeza la traicionó, la claridad vino a su mente…este momento no era una esperanza, ni otra oportunidad, esto era un momento y nada más. Lo abrazó entonces con más fuerza, suspiró para grabar el aroma de su piel. Él la tocó delicadamente. Ella estaba segura, él la cuidaba.

Imagen de Pinterest
Caminar en ese bosque a su lado ya lo había imaginado antes, unos meses antes, cuando ella caminó sola por el mismo sendero. En ese momento comprendió que andar sola es maravilloso, pero que andar tomada de su mano le había robado el aliento. Fue el primer momento en que ella deseó que esto no fuera una despedida. 

Caminaron de la mano, platicaban, se seguían conociendo y seguían conociendo el lugar. Él sabía que la quería besar, hizo algunos intentos besando su mejilla y sin poder evitarlo una vez más, sus bocas se encontraron. Un lugar conocido, cálido y dulce, pero la sensación fue extraña. La extrañeza venía de la consciencia, de la realidad, de los sentimientos y de la felicidad. Besos que detuvieron el tiempo, nada más importó, nada era necesario, sólo Él, solo Ella.

Al contemplarla ahí, sola para Él, se dio cuenta que le gustaba como el primer día. Nunca se sintieron incómodos, juntos tienen la capacidad de reírse de ellos, de sus acciones, de compararse con otras parejas y no pueden dejar de reír. Él, moría por saber qué era lo que estaba pasando, a ella le gustaría tomar su mano y jamás soltarla, sin embargo lo mira de frente y solamente le dice:

- c'est la vie

Mientras más tiempo pasa su lado, él se convierte en la ficha de su rompecabezas. Ella, ha disfrutado tanto los lugares visitados, en parte por la belleza misma y en parte por él. Ella prefiere apreciar de los museos sola, pero con él es diferente. Él piensa, disfruta y conoce de historia. Ríen tanto que no se
han dado cuenta de la hora, así que dan un último vistazo al castillo, saben que el momento está por terminar.

La tarde estaba a punto de dejar de ser cálida, parecía que llovería. Aún en el patio del castillo, él la abrazó muy fuerte y al oído le pidió que no se fuera. Ésas eran las palabras que ella no quería escuchar, que más miedo le daban. Ella lo abrazó fuerte, muy fuerte y suspiró. Antes de abandonar el lugar se vieron en un espejo y él exclamó una vez más:

- Que bien nos vemos juntos

Tomados de las manos, llegaron otra vez al bosque. Hubo un silencio incómodo, era el silencio del adiós. De frente a la laguna y con una vista increíble, el clima se compadeció de estos tontos y decidió no llover, en cambio les regaló uno rayos de sol reflejantes en el lago. La gente disfrutaba de una rica tarde de sábado, los niños comían algodones de azúcar, la gente compraba comida, paseaban en lancha, disfrutaban el show de marionetas y payasos, algunos otros simplemente disfrutaban la tarde y la vista, así como ellos dos.

Jugaban con miradas, sonreían, se platicaban sus sueños. Ella decidió contarle un secreto, le contó que en los últimos meses había salido con un par de personas, pero que al final de la cita, ella regresaba a casa con un pensamiento en la cabeza: “No es Él". Para corresponder al halago, él le dijo que lo que pasaba entre los dos era algo verdaderamente especial y que la fortuna de coincidir no se podía ignorar...

Casi las 06:00 de la tarde y seguían negando su realidad. Se alejaron del castillo, cada paso fue amargo, cada abrazo era un Te necesito y cada beso un Ya te extraño.

Imagen de Pinterest
Una vez más estaban ante la difícil despedida en la terminal, ésta vez mucho más triste, no eran nada, no había promesas, era una despedida. Él quería escuchar una promesa, ella decía en voz alta que lo que les había pasado era un buen momento, insistía en disfrutar lo último del momento, él decidió no insistir y se recostó en su hombro.

Una vez más estaban ahí en una terminal, despidiéndose. Abrazando con la intención de no dejar ir, besando tratando de memorizar sus labios. Fueron siete horas lo que tuvieron, lo tuvieron todo, conservando nada. Antes de subir al camión, ella le da una nota y el último abrazo que le habrá dado hasta el día de hoy.

Él, abre la nota, al momento que el autobús inicia su ruta. La nota es breve, ella tenía un propósito determinante con su visita y ese era embellecer el final de su historia.

"Gracias por darme en siete horas la posibilidad de escribirte en mis memorias y poder recordarte para siempre, como lo que fuiste para mí el día de hoy. GRACIAS"